Las estrellas se elevan sobre el desierto,
los ruiseñores ya sienten el cansancio de un día interminable.
Es hora de quitarse la corona de rosas,
de lavarse el polvo de este mundo con el vino de las uvas.
Duerman ya.
El Letargo Dorado llama a la arena errante.
Aquí no necesitan beber de esa amarga agua salada.
Aquí las penas del mañana desaparecen.
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