Colección - Ken En Ken: Aoki Kagayaki

Sin nada que perder, no hay espacio para la duda.

Una pequeña fisura puede hundir un gran barco, una pequeña rebelión puede perturbar la paz de todo un país.

Todos somos iguales, no importa donde nazcas, si no tienes un propósito nunca pasara nada, si no buscas una posibilidad entonces nunca se creara una.

Cuando conseguiste el poder, luchaste, y como luchaste, estas aquí ahora, esa fue iniciativa tuya y se convirtió en tu alma, hay quienes eligen no luchar aunque tengan algo que proteger, y tu alma lucha contra esa locura.

Si intentas cambiar a una nación que controla a la gente con poder, es importante amar a aquellos cercanos a ti.

Es el enemigo, ¿me perdonaría si la mato? Matar al enemigo es mi trabajo, no es mi culpa, no, es mi culpa, los obligo a matarse, quiero a Zhao y por eso mato a todos lo que se me interponen, ¿hago mal? Querer a una persona me sobrepasa.

Quienes odian a los que pueden vencer y desean que desaparezcan los malvados, hay que vencer a los malvados.

Cumplimos nuestro deber según quiso el destino, si recibimos un castigo debe ser por obra del destino, así que me rendiré a mi destino.

Si no conseguimos lo que queremos es como si no tuviéramos nada, así que viviremos según nuestro destino.

Las naciones se forman cuando se juntan las familias, si no pueden amar a sus familias, la base de una nación, nunca podrán amar a dicha nación.

Como familia, confiamos entre nosotros, nos forzaron a convertirnos en rebeldes para poder vivir en paz, no somos una familia para reunir soldados, si su destino es luchar, con mas razón no debemos aceptarla en nuestra familia.

Con poder puedes doblegar lo que sea a tu voluntad, con poder nunca serás oprimido o infeliz, puedes vivir felizmente con los que amas, sin poder no seria feliz.

Tu tienes un destino, pero yo no tengo nada, debo atrapar mi destino con mis propias manos.

Aceptare la infelicidad con tal de cumplir mi objetivo, y también cargare con la culpa.

Soy la emperatriz de este país, y todas las personas son mías, tu también eres mío, eres mi juguete, y me pone triste que mi juguete este roto.

La amabilidad puede ser un pecado cruel.

Me niego a creer en un destino que eligieron por mi, especialmente si es para luchar contra otros.

Si la fuerza es una razón para luchar y yo no soy fuerte, entonces no es de mi incumbencia.

Matar a alguien para cumplir mis objetivos no me hace mejor que ellos, no quiero nada que ver con esa crueldad.

Gobernar el mundo, es el destino de los que nacen en la realeza.