Al igual que sucede con las piedras, pensaba que con el tiempo el choque que ocurría entre nosotros iría limando los bordes ásperos y al final terminarían siendo perfectamente redondas como los guijarros.
Si hay una cosa que aprendí por primera vez en mi vida, esa fue la palabra renuncia. Aquello que podía hacerlo y lo que no. Esconder la debilidad de mis miedos, ya que las emociones son un lujo. Sacrificio más bien para romantizar la palabra. Me enseñaron a renunciar antes que aprender a hablar.
Cierra tus ojos, tapa tus oídos y manten la boca cerrada. Si renuncio a lo que quiero haré felices a todos, porque en mi vida, las emociones son un lujo.
Antes no podía ni soñar con asistir a la escuela porque tenía que trabajar para apoyar a mis hermanos...
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En aquellos tiempos pensaba que si la mujer llevaba el mando, el hogar era desafortunado. Desde niña me inculcaron que debía callarme lo que pensaba y ocultar mis sentimientos.
Ya sea que tengas 17 o 77, vivimos en un mundo donde el más apto sobrevive... Sobre todo, si se trata de un antiguo rival en el amor.
¿Por qué tenía que desenterrar esos sentimientos que tanto intentaba reprimir? Ya no sé. ¿Cómo detengo estos sentimientos?
¿Por qué tanta prisa por casarse?... Prefiero vivir solo y sin preocupaciones que vivir odiándonos al igual que mis padres.