Esta ciudad es nuestro hogar. podemos valernos por nosotros mismos, aunque lo hagamos despacio... ¡Aún tenemos nuestras propias piernas!
Los alquimistas, básicamente, somos científicos. No creemos en los creadores o en la existencia de un Dios. Nosotros desvelamos la teoría de la creación de este mundo y perseguimos la verdad. Es un poco irónico, pero los científicos somos lo más cercano a un Dios. Por eso no creemos en ellos.
Por un lado hay doctores que van en contra de la autoridad y matan a la gente. Y por el otro hay doctores que se enfrentan al infortunio y continúan salvando gente. ¿Por qué estoy matando a la gente cuando soy un doctor?
- Edward: Señor Tucker... ¿cuándo le autorizaron la investigación sobre las quimeras parlantes? - Tucker: Pues... hace dos años. - Edward: ¿Cuándo se marchó su mujer? - Tucker: Hace dos años. - Edward: ¿Le puedo hacer otra pregunta?... ¡¿Dónde están Nina y Alexander?! - Tucker: No soporto a los niños con buenas intenciones como tú. - Edward: ¡O sea que es cierto! ¡¿Cómo has podido hacer algo así, desgraciado?! Le hiciste lo mismo a tu mujer hace dos años... ¡Y esta vez has usado a tu propia hija y a tu perro para transmutar una quimera!
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Cuando hace cuatro años transmutó un brazo por el alma de su hermano... cuando tomó la decisión de alistarse en el ejército... cuando resistió el dolor de las operaciones, que hubiera hecho gritar a un adulto, sólo para que le colocara los implantes autómatas... ¿quién iba a pensar que ese cuerpecillo contendría tanta fuerza?
Toda vida tarde o temprano llega a su fin. El cuerpo regresa a la tierra y la hierba y las flores crecen encima suyo, el alma nutrirá los corazones y permanecerá en el recuerdo de otros.
- Vaya, vaya, que rostro tan familiar. - Sí sí, el renacuajo de siempre que es tan pequeño, que lo pierdes de vista entre los granos de arena... ¿Cómo me llamó?
Nosotros, los Alquimistas Nacionales, somos las armas de la humanidad. Si es necesario, nos llaman para que actuemos. Si hay una orden, la cumplimos.