Antes era una chica muy pesimista. Hasta que alguien me dije que las actitudes eran contagiosas. Si estás triste, las personas que te rodean lo perciben y se sienten tristes. Pero, si estás feliz, esa buena energía también se transmite. Yo estaba cansada de sentirme tan deprimida y no quería preocupar a mi familia. Así que decidí cambiar de actitud. Cuando lo hice, lo que más feliz me hizo fue ver contentas a las personas que me rodeaban. Ver sonreír a la gente que me importa me hace sentir aún más felicidad. A veces me siento triste, pero ya no dejo que me afecte tanto. Por eso, supongo que nunca es tarde para hacer un cambio positivo.
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