Dándose la vuelta, Subaru se inclinó hacia adelante para golpear
al último hombre, cuando sus ojos se centraron en lo que el
hombre sostenía en su mano: un cuchillo brillante.
Inmediatamente Subaru cayó a sus rodillas, se inclinó hacia
adelante y con un solo movimiento espectacular se postró a sí
mismo, presionando su frente contra el suelo.

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