En el pasado lejano, los dioses y sus sirvientes, los creados, libraron una guerra eterna por el derecho a gobernar el mundo, el derecho a ser el único y verdadero Dios.
La larga y brutal batalla llegó a un rápido final sin un ganador. Con la muerte de la tierra, el mar, el cielo y las estrellas. La única deidad que no había participado en la batalla ganó por eliminación y tomó el título de único y verdadero Dios. Su nombre era Tet. Una vez conocido como el dios de los juegos.
Las criaturas que se consideran sabias, que pelean por la fuerza, violencia, sangre y muerte, y construyeron una torre de cadáveres que se eleva al cielo.
Díganme esto: ¿Cuál es la diferencia entre ustedes y las bestias imbéciles?
Enfrentados al mundo destrozado, las excusas eran inútiles. Y Dios habló. Dijo: Toda la guerra y el robo están prohibidos. Las dieciséis razas que se consideran sabias, usen su sabiduría e ingenio, su fortuna y riqueza, para construir una torre de sabiduría. Y pruébenme... ¡Que son sabios!
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